El Bestiario… El tablero invisible de Lorena Cuéllar
Opinión de Edgar García Gallegos
Lorena Cuéllar quiere ser la gran estratega de un tablero donde todos creen jugar, pero pocos entienden las reglas. En su reciente discurso por la llegada de la Cuarta Transformación a Tlaxcala, la gobernadora pareció hablarle a todos y a nadie: un mensaje lleno de símbolos, pero vacío de certezas. Ni un nombre claro, solo guiños para los atentos y silencios para los impacientes.
En Tlaxcala, el poder no se entrega; se administra con bisturí político. Cuéllar lo sabe. Por eso ha preferido mantener la sucesión en una nebulosa controlada, donde cada quien se sienta en carrera y nadie se atreva a romper filas. Alfonso Sánchez García, Homero Meneses y Josefina Rodríguez son apenas las piezas visibles de un ajedrez que cambia de forma con cada discurso. A veces reina el humanismo sin apellido; otras, el turismo como bandera o la capital como espejo del poder.
La gobernadora juega a dividir para conservar el mando. Un día bendice al alcalde capitalino, al siguiente al secretario de Educación, y luego aparece sonriente junto a la funcionaria federal de Turismo.
Lo mismo le dice al titular del Fomtlax, Carlos Augusto Pérez Hernández; al delegado federal del Bienestar, Carlos Luna Vázquez; al secretario Agropecuario, Rafael de la Peña Bernal; y ahora ya se sumó el diputado local Vicente Morales Pérez.
Es su estilo: mover la pieza, observar la reacción y retirar la mano. Pero esa táctica empieza a mostrar desgaste. Dentro de Morena, la confusión se convierte en resentimiento, y los aliados se transforman en rivales.
El grupo del exgobernador Sánchez Anaya la percibe con doble cara frente a quienes la ayudaron en el momento más álgido, cuando tenía en contra a todos en su candidatura.
En diciembre de 2020, tras no ser seleccionada como candidata de Morena a la gubernatura de Tlaxcala, la empresaria y aspirante Dulce Silva criticó duramente la elección de Lorena Cuéllar. Silva calificó el proceso como opaco y acusó a Cuéllar de estar obsesionada con el poder.
Ana Lilia Rivera no se quedó atrás y argumentó que elegirla era como poner a Carlos Salinas de Gortari como candidato de Morena.
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