Estaban todos los ingredientes: el director general de la FAO, Qu Dongyu; el secretario de Agricultura, Julio Berdegué; y la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros. Todos… menos Ana Lilia Rivera.
Días antes, la senadora había convocado a medios de comunicación para asistir a la entrega de una distinción por parte de la FAO en la comunidad de Las Mesas, Tlaxco. El reconocimiento destacaba su trabajo en territorio y su impulso al Metepantle Tlaxcalteca como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). La mención fue clara: su gestión ante diversas autoridades permitió que este sistema ancestral se convirtiera en política pública.
El reconocimiento le fue entregado por Alfredo Mayén, oficial de Programa de la FAO para Mesoamérica, quien subrayó el esfuerzo de los agricultores y de la legisladora federal. El Metepantle, dijo, es un regalo que Tlaxcala le hace a México y al mundo, en tiempos donde urge rescatar modelos sostenibles frente al cambio climático.
La ex presidenta del Senado estaba invitada por la FAO. Incluso confirmada ayer domingo en la comunidad de Álvaro Obregón, municipio de Españita, pero algo falló, y el encuentro entre la gobernadora y la senadora no se dio.
Más que un descuido, el episodio dejó ver que la relación entre ambas ya no es solo fría: es una competencia abierta, con miras al 2027. Se dice que el conflicto surgió por temas de logística.
La columna completa, aquí:
El Bestiario…El Metepantle, la FAO… y la foto que no fue – La Bestia Política