Opinión de Salvador García Soto null
La Presidencia de la doctora Claudia Sheinbaum inicia hoy como un proceso histórico, por tratarse de la primera vez que una mujer asumirá la Jefatura del Estado Mexicano y eso genera todo tipo de expectativas. Pero también el arranque de este nuevo gobierno está marcado, a querer o no, por la incertidumbre sobre la situación en la que lo recibe y por las medidas de choque que tendrá que tomar para enfrentar problemas presupuestales fuertes, crisis de seguridad en varios estados (Chiapas, Sinaloa, Guerrero, Zacatecas, Nuevo León y un largo etcétera), y sobre todo, lo que más genera interrogantes en este inicio de sexenio es el margen de autonomía que tendrá la nueva presidenta para tomar sus decisiones para enfrentar el que será un primer año complicado.
Históricamente en los ciclos del presidencialismo mexicano todos los arranques de gobierno son complicados y el primer año suele ser el más difícil porque la nueva administración empieza a descubrir en los hechos los problemas y déficits que recibirá de su antecesor y que no necesariamente se hicieron de su conocimiento, por lo que empiezan las sorpresas para los integrantes del nuevo gobierno.
En el caso de la presidenta Claudia Sheinbaum, la transición de gobierno fue tan atípica y acaramelada que, en medio de tantas giras y tantos compromisos en los que la trajo el expresidente López Obrador en los últimos tres meses, lo más probable es que la doctora no haya tenido todo el tiempo para conocer a detalle y con exactitud el estado en el que le entregarán la administración federal en distintos rubros y programas.
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