Un deseo parece esfumarse.
Claudia Sheinbaum quiere una toma de posesión en paz, republicana, institucional, para honrar su imagen de ser la candidata más votada en al menos seis sexenios.
Pero las condiciones no parecen serle favorables.
Movilizaciones sociales, polarización social y política, toma de las instalaciones legislativas -Cámara de Diputados y Senado de la República- contra la reforma judicial…
Eso y el operativo legislativo para desaparecer siete órganos autónomos -Inai, Cofece, IFT, Coneval, CRE, Mejoredu y CNH- han creado una efervescencia preocupante.
Ni siquiera en 1988, cuando al mando de Manuel Bartlett Díaz la Comisión Federal Electoral (CFE, como la empresa hoy a su cargo) dio el triunfo a Carlos Salinas sobre Cuauhtémoc Cárdenas.
En 2006, cuando Fidel Castro pronosticó en Granma el triunfo de Andrés Manuel López Obrador sobre la mafia del poder en México, los comicios se llevaron con relativa calma.
Luego vino el plantón de reforma para protestar contra el triunfo de Felipe Calderón.
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