Opinión de Viridiana Ríos
Muchos se preguntan por qué López Obrador comenzó las transformaciones más profundas de su Gobierno en sus últimos meses, en vez de al inicio del sexenio. Se especulan todo tipo de disparates desde que perdió la razón hasta que motivado por el sexismo busca opacar el inicio de la presidencia de Sheinbaum.
Lo que en realidad sucedió es que el López Obrador que hoy nos gobierna se parece poco al que comenzó gobernando en 2018. A lo largo de su sexenio, el presidente colectó éxitos y fracasos que lo convirtieron en tres personajes distintos.
Obrador I: el ingenuo
El primer López Obrador fue el del triunfo. Un personaje optimista, políticamente astuto, pero todavía ingenuo en el arte de gobernar a nivel federal. En sus inicios el presidente pensaba que gobernar era pan comido. Lo difícil era llegar a la silla presidencial, pensaba Obrador, pero una vez en ella el aparato gubernamental comenzaría a moverse en direcciones virtuosas gracias a su voluntad y trabajo.
La receta, según él, era sencilla: reducir los gastos superfluos del gobierno, eliminar la corrupción y aumentar el salario mínimo. Con ello, se lograría obtener recursos para distribuir programas sociales que potenciarían el mercado doméstico.
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