Por Martín Ruiz.
Aunque siempre nos venden la idea que los diputados y las diputadas llevan a cabo exhaustivos procesos de selección para escoger al mejor hombre o mujer para un determinado cargo dentro de la administración pública, la realidad es que nunca designan a los más preparados, a los de mayor experiencia o a las que gozan de mayor credibilidad y respeto, porque al final se impone la recomendación y el interés del gobernador o la gobernadora.
Siempre ha sido así y en la actual administración estatal y legislatura hay varios ejemplos, por lo que pensar que no habrá dados cargados para nombrar al próximo Auditor General del Órgano de Fiscalización Superior (OFS) sería ingenuo, cándido, iluso y hasta inocente.
La gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, lleva poco más de dos años en el poder y pocos han entendido su forma de ejercer el poder y operar los nombramientos que le interesan. Siempre opta por el bajo perfil de sus cartas y abre el abanico para medir lealtades, ambiciones y obediencia de sus colaboradores y aliados.
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Dos lorenistas tras el OFS – Señorio Tlaxcalteca (e-consulta.com)