
Hace casi 18 años…
Por Topiltzin H. Xochitiotzin Ortega.
Era la madrugada del 15 de septiembre, desde el 14 la casa de Don Desiderio Hernández Xochitiotzin se había convertido en su capilla ardiente, casi 24 horas antes había fallecido, sobre su féretro pusimos su gabán, se habían celebrando misas y rosarios, mucha gente había venido a presentar sus condolencias. Como en todo velorio, al llegar la madrugada solo quedan los más cercanos, es cuando inicia el tramo tortuoso de un funeral, solo la familia, los dolientes, para esas alturas del shock del evento final pasa de la negación a la certeza de la despedida, el cansancio lo hace peor, inicia el duelo… Todos alrededor de Mamá, la viuda, ninguna palabra, ningún beso, ningún abrazo lograba consolar y la noche cubría la casita de capilla abierta bajo una oscuridad tan lúgubre, la oscuridad de la muerte, el vacío abismal de la despedida. A eso de las dos de la madrugada sonó el timbre de la casa, era el Padre Zamorita acompañado de su chófer, se dirigió a Mamá, la tomó de la mano, con sus ojos radiantes y sonrisa pícara le dijo – conadrita, se acuerda como me reclamaba cuando me llevaba al compadrito como miembro de la comisión de arte sacro de la diócesis y delegado de monumentos coloniales? Buen compadrito, me apoyaba hasta en el momento de brindar…- a Mamá se le dibujó una sonrisa – si compadrito, ya ni la chingaba, por representarlo en los brindis, me regresaba a mi marido bien servido – dijo Mamá con carcajadas, me sorprendió, porque el Padre Zamorita logró lo que nosotros sus hijos, ni sus nietos, ni bisnietos, ni abrazos y ni condolencias lograron, llevar consuelo a su corazón desgarrado, ese gesto, es muestra muy sencilla del ser del Padre Manuel Zamora García, escogido para ser instrumento de la misericordia y el amor de Dios, ahora ya está en brazos de quién lo escogió, ahora ya está con sus compadritos. Toda la Tlaxcala católica debe algo al Padre Zamorita y nunca se lo podremos pagar, corazón generoso lleno de humildad, amigo de todos, grandes y pequeños, hoy Tlaxcala está triste y a la vez agradecida, no lo hemos perdido, ganamos un Intercesor en el Cielo…
Al Padre Zamorita con cariño, mi padrino de confirmación.