Por: Francisco González de Cossío
Habíamos creado un orden, que la ignorancia se llevó.
El orden no era perfecto, era mejor: nos encaminaba en el camino correcto. Los beneficios del orden no eran inmediatos, tomaban tiempo, como todo lo que vale la pena.
De dicho orden toda la sociedad se beneficiaba. El que unos se beneficiaran más no es motivo de crítica, sino observación: las personas somos diversas: mientras unos trabajan, otros duermen. Mientras unos estudian, otros beben. Mientras unos ahorran e invierten, otros dispendian. Y aunque también es cierto que unos gozaban de herencias (familiares o históricas) de las que no son dignos, el enfoque social no debe ser cómo quitarle a unos, sino cómo beneficiar a muchos.
El orden era plausible en que poco a poco beneficiaba a todos. Paulatina pero constantemente todos los segmentos de la sociedad mejoraban. Paulatina pero constantemente se observaba un proceso gradual de acreción. De inclusión.
Unos se quejan, sin embargo. Dicen que dicho orden beneficiaba a unos mas no a todos. La experiencia enseña algo distinto, sin embargo. Durante el orden que la ignorancia se llevó, todos mejoraban. El que unos no lo pudieran ver obedece a falta de ojo clínico; a estar más enfocado en las cosas de otros, que en el estatus de uno.
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