
La 4T y las nuevas formas de la comentocracia
Opinión de
No podemos regatearle a la 4T que trajo varias formas nuevas del periodismo, o, seamos más precisos, no siempre del periodismo, sino muchas veces de las colaboraciones en la prensa, que no es necesariamente la misma cosa. No me refiero a los preguntadores con guión de Palacio, esa corte de los milagros.
Ni siquiera me refiero a los moneros oficialistas, que no es que antes fueran almas críticas e independientes que de pronto se convirtieron a esa cosa tan sedante que es la obediencia, sino que, a la espera del caudillo de sus sueños, practicaban el otro lado de la propaganda: la crítica devastadora al adversario mientras llega el tlatoani. No. Pienso en personajes más sofisticados, no siempre catalogables como oficialistas.
Está de entrada, como dije antes, el propagandista marrullero. Ya se la saben: hace una crítica muy tenue a algún aspecto del régimen para luego recordarnos que, con todo, el régimen es la mejor opción para los mexicanos. En el sexenio anterior, la garantía suprema de que esa opción era la buena la daba el presidente, distinguible, pese a sus defectillos, por su integridad a prueba de cash y su amor irreductible por los pobres.
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